Manuel Pablo Maza Miguel, S.J.
¡Verdaderamente Dios es muy original en nuestra ruta de vida! Con Manuel fuimos compañeros en un curso sobre “Revoluciones Latinoamericanas” en la Universidad de Georgetown, Wa D.C., verano del 1982. Yo hacía mi maestría en Estudios Latinoamericanos y él su doctorado en Historia. Y él de revoluciones sabía… ¡por ser cubano! Reprendía estudios, luego de un período muy duro en su vida, trabajando con los pobres más pobres de Santo Domingo.
Perdimos contacto por unos años. En el verano de 1992, registré mi nombre y dirección en el libro de lectores en el salón principal en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Capitol Hill. A los días, ya estando en Miami, donde trabajaba, recibí una tarjeta de él. Había estado en el salón, al poco tiempo que yo había estado porque pudo leer mis datos en esas páginas inmensas como las de los libros de los Cantos Gregorianos.
Sus visitas a su madre en Miami cada verano, permitió que tuviéramos tiempos largos para crecer en nuestra amistad en Dios. Le estoy muy agradecida, porque Manuel a pesar que era profesor de Historia en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), director espiritual de las Comunidades de Vida Cristiana de Santo Domingo, investigador y escritor, sacerdote “ovacionado” por sus feligreses de la misa del domingo, ha sacado siempre un tiempo para escribirme con frases cortas, inteligentemente graciosas una palabras de aliento.
Lunes difícil, Fiorelilla, pero la estrella sigue ahí, aunque ahora no la veas, pues andas en el patio de Herodes... pero la estrella está ahí. Sonríe y yo me daré cuenta, manuel